En primer lugar porque NO SOY VICTIMA DEL SISTEMA EDUCATIVO ESPAÑOL que como cualquier sistema español, como por ejemplo el sistema sanitario público o el sistema de la administración de justicia, son fundamentalmente sistemas ESPAÑOLES. Es decir, conjuntos de elementos relacionados entre si por la argamasa de una idea de España asentada históricamente en los principios de la religión única, el no hacer trabajo de manos como timbre de hidalguía, el enchufe, el ordeno y mando, el yo soy su ilustrísima señoría y no se cuantas reglas de conducta más que nos han llevado a la asimetría entre el desastre colectivo y las genialidades individuales. Estas últimas mal vistas y bien perseguidas desde siempre.

En segundo lugar y de lo mano de lo anterior porque cuando un examen se pone en manos de alguien sea un opositor sea un alumno español o sea un aspirante al carnet de conducir la primera reacción es de agobio, de enojo y de fastidio. La gente no quiere hacer exámenes, los hace porque no tiene más remedio, sin ganas, deprisa y corriendo. Y muy especialmente cuando se trata de algo que después ni va a servirte para sacar una oposición, ni va a servirte para tu expediente acadèmico ni desde luego va a acercárte unos milímetros aunque sea al carnet de conducción.

En tercer lugar esto no se corrige ni con leyes de Franco o de Wert o de Moyano (por citar al ilustre mentor de la instrucción pública en España) ni subiendo el sueldo a funcionarios que cumplen el trámite soltando el rollo en un aula ni mucho menos haciéndolos fijos sin pasar un examen que es la lucha justa y sindical en que se embarcan algunos. A la puta calle con las leyes, a la puta calle con los burros. Porque si en este país hay algo que esté de más son las leyes que no sirven y se cambian cada trimestre como la moda del Corte Inglés y los burros que sólo dejan de serlo cuando se ponen encima el manto del estado creyendo que ese manto transforma su asnez en autoridad.

Finalmente decir que en esto como en todo y como en lo de más allá las generalizaciones son una mariconada. Es como decir que todas las tias que no han follado conmigo son unas estrechas por ejemplo. Lo que cuenta en esto y en todo no es la manada de borregos sino el lobo estepario aunque no me caiga bien Herman Hesse.

Ale, a cagar.