autor.: cejuanjo
Remitido el 06-09-17 a las 10:45:07 :: 1144 lecturas
Si juegas habitualmente al ajedrez y llevas una mínima estadística de tus resultados te habrás dado cuenta de que en un ochenta por ciento de los casos – poco más o menos – el resultado de la partida no depende de la inteligencia si no del despiste. Así hay un momento en la partida en el que alguien comete un error que el otro aprovecha. Alguien pierde un alfil, un caballo, una torre o la mismísima reina. Perdida que tiene un doble efecto. Un efecto objetivo y material concretado en el valor de la pieza que se ha perdido y un efecto subjetivo derivado hacia la disposición de ánimo conforme a la cual a partir de ese momento se sabe que se va a perder la partida. Vistas así las cosas el objetivo no es tanto ganar como no perder, evitar los errores antes que pretender los aciertos, huir como de la peste de la gran jugada prevista de antemano centrándonos en la respuesta precisa al concreto movimiento del rival y en resumen esperar pacientemente que sea ese rival y no tú el que meta la pata.
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