La palabra criticismo viene a identificar la teoría del conocimiento propuesta por el filósofo Emmanuel Kant. Partiendo de una oposición a las dos grandes corrientes epistemológicas anteriores – racionalismo y empirismo – Kant ubica su percepción del asunto en el análisis de la propia facultad de conocer. Facultad que se traduce en la idea de que todo conocimiento para ser válido necesita primero partir de la experiencia y segundo de algo más que lo inmediatamente proporcionado por los datos de los sentidos. ¿Qué es ese algo más? No tiene mayor complicación. Juan cuando conoce opera sobre la materia prima que le proporcionan los sentidos – por ejemplo, la visión de una mesa – pero imponiendo sobre dicha experiencia sensible una forma que ordena y unifica lo percibido. Tal forma viene dada por el sujeto y la misma estructura del conocimiento humano.
El conocimiento queda así como el fruto de la síntesis entre la sensibilidad – percepciones de los sentidos - y el entendimiento, produciéndose una mayor coherentización a medida que progresamos en los niveles de lo conocido. Kant distingue entre un conocimiento sensible y un conocimiento intelectual. En el primero la única facultad implicada es la sensorialidad vivida en la experiencia de las percepciones. En el segundo – el intelectual – se distingue entre un entendimiento y una razón. El entendimiento se resuelve en el juicio, que no es otra cosa que el pensamiento proyectado sobre el objeto. La razón – o racionalidad – es la abstracción concatenada y progresiva los juicios conducente a la depuración de principios generales.
No hablamos ya, como hacíamos en términos de racionalismo, de un innatismo si no de un llamado apriorismo. El sujeto posee una estructuras cognitivas previas a la experiencia sensible que le permiten ordenar adecuadamente los datos proporcionados por ésta. Tales formas a priori son el espacio y el tiempo más las categorías del entendimiento. Con ejemplo de categoría puede hablarse de la noción de causalidad. Así reprueba en Descartes que sólo con la razón no se puede salir de uno mismo y se es incapaz de aportar explicación al mundo que nos circunda – ámbito de lo sensible -.
En contraposición ahora al empirismo hemos de decir que la crítica a Hume se asienta en su incapacidad explicativa del fenómeno (conocimiento sensible) suponiendo en el sujeto un papel pasivo o meramente receptor.
Así Kant razona el devenir del fenómeno como el fruto de la interacción entre el objeto y la forma, síntesis de la materia o noümen, mediante la cual estos objetos son ordenados y unificados por las estructuras a priori del sujeto cognosciente. Y esto sólo es posible si se parte de que el sujeto es un sujeto activo del conocimiento, pues impone sus propias estructuras cognitivas haciendo surgir el fenómeno.
Sensu contrario debe reputarse incognoscible lo que no es el fenómeno pues en este caso el noümen – realidad desnuda - se integra por datos inaprensibles para nuestro entendimiento. Ejemplo: un color que no pudieran captar los sentidos.