En un país imaginario se celebra una media maratón a cargo de un profesor de una Universidad pública. El crono arroja las siguientes cifras:
Davidoff … 1 hora 30 minutos
Petroff ….. 1 hora 45 minutos
Amstel ….. 1 hora 55 minutos
Keyness …. 2 horas 15 minutos
Pese a la evidencia de las cifras dicho profesor asigna a Davidoff y a Petroff un cinco, a Ignacio Amstel Bernabeu un 7,5 y suspende a Keyness con un 2,5. Disitiendo de las notas los corredores Davidoff y Petroff solicitan y obtienen audiencia del citado profesor doctor don Anselmo Quintanilla Flores. Entran y éste les recibe sentado en la mesa de su despacho sin prestarles inicial atención pues según parece se encuentra muy atareado revisando unos documentos. Tras tres minutos de pie levanta la mirada y con perpleja seriedad les pregunta que es lo que quieren. Hablando en nombre de los dos Davidoff empieza a decirle que no están de acuerdo con las notas que les ha ponido o puesto porque no es justo que si ellos han entrado antes que Amstel su puntuación sea más baja,... No ha terminado de hablar el corredor cuando enérgicamente le interrumpe el profesor doctor don Anselmo Quintanilla Flores exponiendo las razones que seguidamente se indican:
- Ante todo un respeto. Su deber como alumnos es respetar al profesor responsable de su proceso formativo. No es de recibo, se lo digo de verdad, que ustedes dos se presenten aquí en mi despacho a pedirme explicaciones primero por sus notas y luego por las notas de un compañero que no está presente. ¿Qué clase de personas son ustedes? A la Universidad se viene a aprender, no a enseñar. Y no voy a tolerar que ustedes intenten enseñarme a mi ni como tengo que llevar la asignatura ni como tengo que calificar sus resultados, sus bajos resultados, en los ejercicios. La prueba ha sido corregida con absoluta transparencia y limpieza, como viene siendo habitual. Primero porque la ley así lo exige. Segundo porque mis propias convicciones personales se asientan entre otros principios en el respeto a los derechos de los demás. Respeto que ustedes dos han demostrado no tener. Pero vamos si quieren hacer valer sus derechos, pues adelante.
Tímido y balbuciente Davidoff pide disculpas siendo nuevamente interrumpido por el profesor doctor Quintanilla Flores.
- Yo comprendo su frustración porque no es agradable ver que compañeros suyos de mayor valía, o quizá con más suerte, hayan obtenido una nota más alta que la nota que ustedes merecen y que por eso les he puesto. Es una sensación incómoda, de desasosiego. Que más hubiera querido yo que ponerles un seis e incluso un siete. Pero si ustedes dos han sacado para un cinco mi deber como profesor, como su profesor, es ponerles un cinco. Y creánme si les digo que he sido benigno. Repasando su expediente veo que la nota que les correspondía era un 4,75 al señor Petroff y un 4,62 a usted señor Davidoff. No quiero que me tachen de hueso. Me he esforzado al máximo para concederles el aprobado pensando no en ustedes dos sino en el sacrificio que están haciendo sus familias para que corran medias maratones. Sacrificio que estoy viendo que ustedes no valoran. Y ahora perdonenme pero tengo que acudir a un acto reivindicativo por ser de justicia contra el Ministro Wert y sus recortes en la enseñanza público.
Y dicho esto el profesor doctor Quintanilla Flores se pone en pie, se dirige a la estantería y coge una careta de Anominus para salir a la calle a luchar por la calidad de la enseñanza pública en el país imaginario de cuyo nombre no quiero acordarme.