La concepción antropológica de Schopenauer se asienta en la idea de que la vocación humana discurre en una oscilación inevitable entre el tedio y el sufrimiento, movimiento pendular que sólo puede liberar la inteligencia emprendiendo un proceso que ineludiblemente conduce a la negación del propio vivir. La huida del mundo propuesta por Schopenauer no conduce tanto al reconocimiento de la alternativa del suicidio como a la apuesta por la negación del yo en términos cercanos a los de la filosofía oriental o el ascetismo.

La concepción antropológica de Marx se apoya en la idea de la alienación. Así el discurrir de la vocación humana se encuentra canalizado por modelos o ideas establecidos por el sistema (Estado, religión,…). Modelos o ideas cuyo fin no es propiciar el encuentro del hombre consigo mismo sino alejarlo de sus verdaderos intereses y conducirle a la asunción como propios de los intereses de ese sistema del que es pieza o engranaje. Marx sustenta una redención materialista frente a tal determinismo idealista, redención que para llevarse a la práctica requiere un redescubrimiento del hombre a partir de su propia realidad como parte de la realidad de lo existente, tangible y concreto.