autor.: cejuanjo

Remitido el 26-03-12 a las 05:24:42 :: 4214 lecturas


Partiremos para empezar de una propuesta: la filosofía más que una rama del conocimiento es una actitud del conocimiento, una manera de entender y de aplicar éste.


 


Cuando hablamos de conocimiento estamos haciéndolo de un acercamiento finalista a la realidad. Nos acercamos a lo que existe con un fin: el fin de la verdad. Juan se acerca a una silla y la contempla, de esa contemplación – y evidentemente también de otras experiencias sensibles – Juan va a extraer su conocimiento de la silla. Su verdad de la silla. La silla es real y la realidad es una porque no hay más silla que esa silla. Cuanto conoce de la silla será su verdad sobre la silla y podrán haber tantas sillas verdaderas como Juanes las contemplen. La realidad es objetiva. La verdad es subjetiva. La realidad es única. La verdad es plural.


 


Sin embargo en las sociedades se tiende a desarrollar un proceso inverso. No se parte de la realidad silla, se parte de la verdad silla. Una verdad que no es subjetiva ni es plural sino que es una verdad presuntamente objetiva e imperativamente única porque la verdad es la manera de ver la realidad con que el poder quiere que la realidad sea vista. Y hablamos de poder no exclusivamente como poder político, aunque también, sino de poder como ámbito de influencia que ejercen una u varias personas públicas o privadas sobre otras.


 


Los grandes temas que enmarcan nuestra ubicación como persona en un contexto social dado son normalmente temas para los que el poder o los poderes tienen determinada una verdad. El Estado, la familia, las Iglesias, la Liga de Fútbol Profesional, … son percibidas y asimiladas como ideas llamadas a configurar lo existente (lo real) a resultas de un proceso en el que la voluntad del individuo tiene por fuerza que anularse. Y anulada la voluntad del individuo lo que de ella nacerá es la abulia del ciudadano, ese ente al que se atribuye la titularidad de todas las cosas cuando auténticamente nunca ha pintado un bledo.


 


La actitud filosófica ante el conocimiento de la realidad es un grito del instinto de recuperación del protagonismo como individuo frente al imperativo papel de ciudadano. Un papel al que se orienta la educación, porque no está de más recordar que el Estado lo que se plantea constitucionalmente cuando se atribuye misiones educativas no es el pleno desarrollo del individuo sino el pleno desarrollo de la que llama personalidad humana en el respeto a sus principios democráticos. El individuo piensa, el ciudadano cumple. Y es más probable que el individuo que piensa cumpla como el ciudadano que el que el ciudadano que cumple piense como el individuo.


 


En resumidas cuentas, la actitud filosófica del conocer la realidad por uno mismo y de formarse la verdad de cada uno es una actitud de rebeldía ínsita en la propia condición humana cuando adquiere conciencia de ello. Alguien dijo una vez que nosotros los griegos hablamos con mesura y filosofamos sin pereza. Vamos a ver cuanto de eso podemos repetir en este nuevo espacio de nuestra Santa Casa.


 

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