Erase una vez Princesa llamada Jesusa que tenía una esbirra maricona Como Jesusa era la Sabelotodo fue y le dijo a la esbirra maricona que fregara los cacharros a lo que ésta le respondió que no tenía trapo de cocina Sucedió entonces que la Sabelotodo hizo mutis regresando con una camisa de seda del cabrón de su marido y se la dió a la esbirra maricona Hale, maricona, ya tienes trapo de cocina Como era de preveer la camisa de seda no valía una puta mierda como trapo de cocina y por eso la Jesusa y la esbirra afirmaron de consuno vaya filfa de camisa que no sirve de trapo de cocina.
Conclusión: la culpa de que las camisas de seda no sirven como trapos de cocina es de las camisas de seda. Las Jesusas Sabelotodo siempre tienen razón incluso cuando están equivocadas. Cualquier salvedad en contrario es machismo cuando no violencia de género.