autor.: cejuanjo

Remitido el 19-02-13 a las 02:53:34 :: 2619 lecturas


Continuamos la serie que iniciamos ayer recapitulando sobre las conclusiones a las que llegábamos en nuestra primera entrega. Básicamente estas eran:

a) Un examen tipo test puede ser visto como una prueba a la que vamos a someternos y puede ser contemplado asimismo como el resultado de la elucubración de la persona que lo elabora.

b) En cada una de las preguntas que integran el cuestionario se repite un procedimiento que presenta los siguientes rasgos comunes:

- Selección del enunciado de la pregunta dentro de la materia identificada en el epígrafe del programa.

- Identificación de la alternativa correcta que por lo general refleja literalmente cuanto aparece en la materia tomada como fuente para dicho epígrafe del programa (en nuestro primer ejemplo eran los Derechos y Deberes de los Ciudadanos de la CE).

- Redacción de las tres alternativas no correctas en donde se cumplía que una es inicialmente correcta pero incluye un elemento que la hace incorrecta; otra es inicialmente incorrecta pero contiene elementos que forman parte de lo correcto y finalmente la tercera es manifiestamente incorrecta (algo que incluso podíamos percibir desde la misma sintaxis, forma o alejamiento de la lógica de las restantes).

Estas reglas generales quiebran en ciertos casos que en su momento estudiaremos más ampliamente (por ejemplo, cuando el juego de alternativas se reduce a la elección de datos numéricos) pero por ahora vamos a considerarlas válidas siquiera a título de hipótesis de trabajo.

Bien. La cuestión que quiero comentar ahora no es la ya vista distribución de alternativas sino la elección de la pregunta. ¿Porqué nuestro hipótetico miembro del Tribunal elige para redactar la pregunta el derecho de fundación y no elige cualquier otro de los artículos que aparecen en la mencionada sección del Capítulo II de la C.E.?

En principio podríamos suponer que tal elección responde al azar. ¿Es realmente así?

La persona que está confeccionando el examen es un empleado público que está realizando un trabajo. Cualquier persona que realice un trabajo (máxime si se trata de un funcionario) procura llevarlo a cabo de la manera que le resulte menos gravosa, más cómoda y más rápida. No es una actividad que en principio se suponga le gratifica humanamente (lo que introduciría una recreación y una dedicación que no le van a pagar) sino una actividad que forma parte de sus quehaceres laborales y además en un ámbito en el que (salvo excepciones) no tiene especial experiencia. De lo argumentado se sigue que a la hora de llevar a cabo la tarea lo natural es que busque en los recursos que ya existen (otros exámenes, por ejemplo) los materiales que le hacen falta para ejecutar su labor. La copia y la adaptación son en este orden de cosas la manera menos gravosa, más cómoda y más rápida de solucionar el problema que le plantea la confección del cuestionario. Es por ello que en todo examen que se convoque en una Administración Pública aparecerá siempre un número significativo de preguntas que ya aparecieron o en libros de tests o en tests en red o en exámenes anteriores convocados por esa u otra Administraciones.

Junto a la fórmula anterior coexiste la consistente en elaborar directamente las preguntas. Tarea especialmente necesaria cuando el temario incluye temas originales (como ocurre en buena parte de las oposiciones a la Administraciòn Local). También aquí estarán presentes los principios de menor gravosidad y mayor comodidad que antes hemos señalado. ¿Cómo se proyectan tales principios?. La respuesta se intuye abriendo cualquier texto legal.

Cuando se tienen una o dos horas para sacar preguntas de un texto legal y se abre el mamotreto hay partes que repelen por su densidad conceptual e incluso tipográfica y partes en donde se produce una reacción inversa. Es decir: partes que inspiran. ¿Cuáles son las partes que inspiran en un texto legal?. En un texto legal inspiran aquellas partes estructuradas en apartados donde aparecen frases cortas con conceptos claros y en las que preferiblemente existen palabras y cifras que facilitan la labor.

Por tanto no es el azar el que determina la elección del enunciado de las preguntas sino que es la forma en que aparece la materia en la documentación la que induce a seleccionar un determinado tipo de asunto en torno al cual girará la pregunta.

Bajo el punto de vista anterior lo que se plantearía de cara a prospectar como puede ser un examen es el análisis de los materiales concretos que va a utilizar el miembro del tribunal poniéndose en la posición de éste y de acuerdo con los principios antes expresados. Es decir: no se trata sólo de retener los conceptos fundamentales y las relaciones entre los mismos sino realmente (y como digo) de aventurar por donde pueden ir los tiros considerando dicho material.


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