Suponiendo que se tenga un Plan B, claro. Porque en ocasiones no es así. Bien sea porque no se ha tenido el sentido común de prevenirlo o bien sea porque por nosotros mismos o por aquello de lo que se trata no puede tenerse un Plan B. Por ejemplo si te tiras a la piscina sólo puede haber un Plan A, Plan que parte de la certeza de que en la piscina hay agua. Si en la piscina no hay agua, no hay Plan B. Nuestro inciso reflexivo en la mañana de este sábado lluvioso a lo que presta atención es al descuído y la negligencia en el plan alternativo. Parece que lo importante es siempre el Plan A, el que corresponde a prepararse para lo mejor porque se espera lo mejor. Pasar el primero y preparar el segundo. La vida nos enseña que no es así. La vida nos enseña que es proactivo esperar lo mejor pero es temerario no prepararse para lo peor. Perfectamente puede suceder que no pases el primero. Casi más perfectamente que ocurra el que lo pases ¿Que hacer entonces? En esta vida no sólo hay que llevar pilas de recambio. También debe comprobarse que no están gastadas.