De la aparición de todo obstáculo se siguen dos consecuencias, una directa y otra indirecta. La consecuencia directa es la que nace del propio obstáculo. La indirecta es el efecto del mismo sobre aquellas otras tareas que hasta la irrupción del escollo veníamos desempeñando sin inconveniente. Es claro que nuestra primera actitud ante un obstáculo debe ser superarlo. Intentar superarlo. Si se trata de un texto, intentar comprenderlo. Y debe ser claro también, aunque no lo es en todos los casos, que si el obstáculo no se supera o el texto no se comprende no por ello se debe abandonar. Porque nuestro camino sigue y en él nos aguardan tramos sin óbices ni cortapisas que impidan nuestro desarrollo. Y además no existe ninguna certeza de que en el futuro sigamos siendo incapaces de solventar o ese problema u otro similar que nos sobrevenga más adelante. En resumidas cuentas un obstáculo es una novia que te da calabazas. Ni esas calabazas traen consigo el que todas las demás te las den ni tampoco existe la certeza infinita de que vayan a ser así para siempre.