En nuestro periplo de todos los días por las noticias de los boes ha llamado nuestra atención y ha suscitado nuestra sorpresa la forma en que se proveen en el Consejo de Académico del Instituto de Estudios Riojanos los puestos de Director Académico y Directores de Área. Así a diferencia de lo que viene siendo habitual e incluso preceptivo en otros ámbitos autonómicos e institucionales, ámbitos en los que lo que se hace es nombrar, en el antedicho ente riojano al titular de un cargo público se le proclama, verbo que sólo nos sonaba venía conjugando hasta ahora su Majestad el Rey como dispone el artículo 61 del Texto Constitucional.

De lege ferenda sería deseable una adecuación terminología que aproximara la investidura formal de los citados cargos públicos riojanos a las voces usuales en todos o casi todos los organismos públicos. Porque eso de proclamar directores resulta tan chocante como si Pompeyo en vez de ser proclamado ante las Legiones del Danubio hubiese accedido a ser Cónsul de Roma a través de un procedimiento extraordinario de consolidación de empleo.