Llama la atención que en estos tiempos de crisis que corren y en los que tanto se habla de recortes del gasto público se oigan tan pocas voces (en la Puerta del Sol no recuerdo haber oído ninguna)que se alcen para protestar contra los más de cinco mil millones de euros con que el erario público subvenciona a la única confesión religiosa que se cita en forma expresa en el art. 16 de la C.E.

Pero lo que hoy nos choca y nos mueve a escribir estas líneas es que con todo lo que les ha llovido entre los violaniños y los robaniños ahora salga un señor, que además es de Cocentaina, diciendo que lo de los homosexuales es una enfermedad y que él sabe como curarla. Un señor que ostenta un puesto de especial responsabilidad en la confesión religiosa a la que nos referimos en el párrafo precedente.

La pregunta es: ¿cómo es posible que con el dinero público - porque desde luego lo que se pone cepillo no da ni para un sacristán - se estén manteniendo un tipo de entidades fecundas y facundas en tipos de ese tipo?

A ver que dicen de eso las Cospedales, que mucho recortar en conserjes y auxiliares administrativos pero que para los pseudo terapeutas sociales que reputan patológico el amor en cualquiera de sus manifestaciones sólo tienen parágoges y encomios (véase a este respecto el artículo de Interino de no hace muchos días sobre la exaltación al trono del Alcalde de Gandía)