Pero el bipartidismo que arrolla el sistema parlamentario, y con él la representación ciudadana (y con ésta el principio de soberanía popular), impide que en este país pueda llegarse a una minoría tan exigua del diez por ciento.

Es decir, que el ciudadano está llamado a no ser llamado. A no decir ni mú. Y en todo caso a consolarse riéndole las gracias a la Cospedales cuando hace el indio en Intereconomía dentro de la tribú de los de Intereconomía.

Hemos dejado de ser ciudadanos, si alguna vez lo fuimos, para derivar en súbditos. E incluso en siervos o vasallos. Pero súbditos, siervos o vasallos no del Zapatero ni del Mariano sino de una Merkel transitiva que defiende los intereses de Alemania mediante la Unión Europea a costa de los intereses de los PIGS. Es decir a costa del pago de los intereses de los rescatables PIGS para atender sus gastos corrientes y de inversión. El que paga manda, vamos.

De todas formas desde esta Santa Casa vamos a seguir emitiendo pareceres adversos a este mamoneo de reforma y vamos a suscribir también cuantas iniciativas asimismo adversas se alcen contra el engendro. Incluso de los indignados, que algunos también preparan oposiciones.