autor.: cejuanjo
Remitido el 15-08-14 a las 10:05:07 :: 1460 lecturas
Como dijo Lamartine la emoción es la convicción de las masas. Es una cita a la que he acudido en más de una ocasión para situarme en una perspectiva cuando menos aceptable para comprender lo que me rodeaba. ¿Qué entendemos por masa? Por masa entendemos aquella realidad humana distinta al individuo del mismo modo que entendemos al rebaño como aquella realidad zoológica distinta de la oveja. Y más concretamente, de la oveja negra. Un repaso a los modelos de organización política previstos en las Constituciones pone en evidencia que los mismos no están previstos para individuos – ovejas sino para masas – rebaños. Por ejemplo el art. 1 de nuestra carta magna dispone que la soberanía nacional no reside en los españoles – en cada uno de los españoles – sino en el rebaño pueblo español, rebaño al que se atribuye la emanación de los poderes del Estado. Además el art. 6 habla de voluntad popular – de ese pueblo-rebaño – que fundamentalmente se forma y se expresa a través del caduceo pastor de los partidos políticos. Y siguiendo lo que son derechos fundamentales y libertades públicas del individuo – individuo salen en el 15, un poquitín al principio del 16, el 17 y en general lo de la Sección Iª del Capítulo II del Título I de la C.E. Así se diferencia entre lo que es el rebaño como sujeto – objeto de la gestión colectiva de los asuntos públicos y lo que es una proclamación de los derechos esenciales ovinos. Semejante concepción no se encuentra lejos de un fundamento real. La mayoría de los seres humanos con los que nos encontramos en nuestra vida son normales y la normalidad es la evidencia atroz de que se necesita disponer de un punto de vista de rebaño porque no se tiene un punto de vista como oveja. El ser humano normal necesita un pastor que le guíe por el recto camino, que le marque la diferencia entre el bien y el mal, que le diga que tiene que hacer, cuando lo tiene que hacer y como tiene que hacerlo. La medida del éxito del pastor se establece en función del miedo existencial de la especie humana. Un miedo alimentado por el sistema. Se supone que si las dejan solas las ovejas dejarán de pacer o de follar y se precipitarán inexorablemente al abismo. Pero al pastor lo que le preocupa es que se dejan solas las ovejas él pasará a engrosar las listas del paro. Se supone que si las masas no van a votar a las elecciones se abrirá una sima por la que caeremos todos al ígneo centro de la tierra. Pero al pastor lo que le preocupa es que si no lo votan tendrá que irse a la rotonda a ejercer la prostitución. Hace falta un pastor, hace falta una política, hace falta un Estado,… porque si no te espera la rotonda. ¿De donde procede el miedo existencial? El miedo existencial es como la tendencia al sobrepeso. Se equivoca Einstein – salvo que se asuma la condición de oveja negra – al decir que la cosa más bella que podemos experimentar es lo misterioso. Lo misterioso es inseguridad. Nadie está seguro de no morir de inanición y mayor será el desasosiego cuanto menos se coma. Por eso decimos que el miedo existencial lo alimenta el sistema. Pero la obesidad de la oveja o más gráficamente del cerdo si persiguen algún fin no son el beneficio de aquella o éste. El miedo es un estado emocional y se alimenta apelando a la emoción. Convence por la emoción. El rebaño no se mueve por decisiones lógicas o decisiones tomadas democráticamente en una asamblea ovina. Se mueve por el gayato y los ladridos. Y a partir del día en que se reconoce el gayato como gayato y los ladridos como ladridos empieza a reconocerse uno a si mismo como oveja negra. Que no está mal.
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