A medida que va tomando cuerpo la cruzada contra la clase obrera surgen entre los afines al talibanismo marianista posparadigmas encorbatados que arengan a las turbas desempleadas con monsergas y pamplinas. No bastándoles el provecho callado de las ventajas del degüello del Real Decreto-ley 3/2012 prefieren asomarse a los balcones de sus palacios a explicarle a los muertos de hambre que la culpa es de ellos. Así el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Juan Rosell, ha criticado que, con las estadísticas en la mano, los desempleados encuentran trabajo "milagrosamente" cuando falta un mes o dos para agotar su prestación. En una entrevista a Expansión, el patrón de patronos recalca que durante los meses anteriores, estos desempleados consumen sus prestaciones, lo que está generando al año un gasto de unos 30.000 millones de euros. En resumidas cuentas: que los culpables del paro son los parados que con artes subrepticias prolongan fraudulentamente su situación y este hecho le cuesta al Estado 30.000 millones de euros. Aunque la solución más razonable sería la venta como esclavos en la orilla izquierda del Tíber de los parados que prolongan fraudulentamente su situación mi tocayo no va tan lejos y se queda en Francia donde según dice el parado es empleado del Estado (sic) y debe contentarse con el primer trabajo que le sale. Y si no le gusta pues que se aguante. No termina lo expuesto y razonado con lo que anteriormente se dice pues además añade en la citada entrevista que los despidos improcedentes no deberian existir porque no podemos decir que los empresarios sean malos. Afirmación expresiva de la robustez espiritual de este prócer del capitalismo hispano emocionalmente más que cercana al espíritu de la Restauración de Cánovas del Castillo.