No ignora el desocupado lector que quién eso escribe tiene ya algunos años y eso es experiencia abonada para contemplar con desapasionada perspectiva las razzias sobre el Empleo Público con que la Hydra Marianista pretende demostrarle al Mundo que está sacando a España de la Crisis. Y así sucede que antes de que la Hydra Marianista pretendiese cuadrar los números del déficit prohibiendo las oposiciones a auxiliar administrativo la Hydra Aznarista holgábase en lo mismo. A mediados de la década de los noventa las oposiciones fueron pasadas a cuchillo con saña no muy distinta a la que hoy muestran las Sorayas y las Cospedales. Nihil novum sibi sole. Pues bien en aquel tiempo del falaz maridaje entre los que mandan y los que les alsan la tafarra – las sindicatas – vino al mundo una de las sinvergonzonerías más acojonantes que han estremecido y estremecen la travesía del Sinaí opositor: los procesos de consolidación de empleo. Los viles consolidamientos – por valernos de la voz acuñada en esta Santa Casa – nacen al socaire de esa crisis de entonces donde tampoco había dinero para las oposiciones de exámenes de esos que hay que estudiar la Constitución pero si que lo había – y morro, mucho morro – para colocar a los de dentro. Y así ocurrió que aquel fraude de ley sobre el que ni el Constitucional ni Garzón han dicho ni mú advino en protagonista del acceso definitivo y para toda la vida a la Función Pública.