autor.: cejuanjo
Remitido el 29-05-13 a las 06:17:15 :: 2179 lecturas
La anécdota la escuché hace tiempo por la radio [o quizá no] Érase una vez un artista plástico que cumpliendo la palabra absurdamente dada en una noche de copas le regaló un cuadro a un progre catalanista de las lenguas y los enseñamientos. Vamos a llamarle Didac. Sucedió entonces que a lo largo de los días posteriores el tal Didac se interesó por la salud e incluso por el fin de la existencia del artista plástico en forma y modos anormalmente intensos. Puntualmente a la hora del entrepá le llamaba por teléfono para preguntarle si se encontraba bien o li feia mal el fetge. Un día se cansó de preguntarle y simplemente le llamaba para comprobar si seguía vivo. Si le cogía el teléfono es que aún no estaba exitus. La sombra de Didac era una alargada Tita Cervera sonriente que le perseguía por el cumplimiento de una palabra absurdamente dada en una noche de copas. Aquel cuadro valdría MAS dinero cuando muriera porque lo de las artes plásticas tienen dos cosas a) los cuadros valen MAS cuando te mueres y b) de los cuadros el que ve MENOS pasta es el pintor – si es que llega a verla -. En cualquier caso la vocación intrínseca del objeto y el interés implícito de Didac no eran la obra de arte per se sino per accidens, como un medio o instrumento para lograr DINERO.
Ergo si la llama que encendió la donación fue la esperanza de la muerte del donante por el donatario una de dos: o no se dona o no se bebe.
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