Los defensores del matrimonio gay dicen que los gays tienen tanto derecho a casarse como los que no lo son como si el matrimonio de unos y otros fuera una misma cosa. Y así lo entiende el Código Civil que tras la reforma de hace ocho años dispone que el matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo. Sin embargo el matrimonio de los gays y de los que no son gays no es la misma cosa y sólo puede ser la misma cosa cuando esa cosa tiende a cero. Que es justo lo que pasa. Y es que en España como en otros países modernos se ha confundido la igualdad con la identidad. Lo voy a explicar con un ejemplo que seguro que os hará pensar a más de uno. Si tu vas a una reunión de personas gays y te sueltas el discurso diciendo que consideras que todos los que están en la reunión son personas normales seguro que todos los que te escuchan estarán de acuerdo. Pero si tu vas a una reunión de personas que no son gays y te sueltas el discurso  diciendo que consideras que todos los que están en la reunión son gays seguro que todos los que te escuchan se cabrean. Una cosa es que los gays y los no gays tengan los mismos derechos, entre ellos y fundamentalmente el derecho a la igualdad. Otra cosa muy distinta es confundir la igualdad con la identidad.